Nuevo libro donado a la biblioteca histórica


La Fundación Aguilar y Eslava ha recibido la donación de un valioso libro editado en 1542 por Carole Guillard, una excepción en la impresión parisina dominada por hombres y una de las primeras y más importantes impresoras.

El libro ha sido entregado por el egabrense Rafael Rodríguez Muñoz. Se trata de un antiguo ejemplar de la obra titulada “Divi Gregorii Papae, huius nomini primi, cognomento Magni, Omnia quae extant, opera” impreso en latín y cuyo autor es el Papa Gregorio I.

El ejemplar, que pasa a formar parte del fondo del siglo XVI, el más antiguo de la biblioteca histórica Aguilar y Eslava, se publicó en París en 1542, siendo impreso por Charlotte o Carole Guillard, la primera mujer impresora de la que se conoce su biografía y la más importante del Barrio Latino de París del siglo XVI. Su taller, el Sol de Oro, se hizo famoso por el cuidado con el que se hicieron sus impresiones y, frente a la competencia, emprendió toda una revolución tipográfica a la conquista de un mercado emergente. Esta figura excepcional del Renacimiento francés permitió a su empresa acaparar el mercado de la edición jurídica y de los Padres de la Iglesia. Asociando en un mismo proyecto intelectual a teólogos conservadores y eruditos seducidos por las novedades, su producción testimonia la vitalidad de los debates que agitan los medios intelectuales y humanistas en el siglo de las Reformas.

Charlotte Guillard, lo mismo que antes sus dos maridos de los que enviudó, imprimieron y publicaron durante decenios decisivos, cuando el libro impreso se emancipa definitivamente de las formas de los manuscritos y adquiere una identidad propia.

A la conquista de un mercado para estas ediciones majestuosas, el éxito estaba asegurado a través de las colaboraciones del taller del Sol de Oro con libreros que abastecen el mercado ibérico, como lo prueba la presencia de ejemplares en las bibliotecas de instituciones religiosas y universitarias, que nos ayudan a entender mejor el triunfo consolidado pero lento de estas obras monumentales y costosas.

Como señala Maite Rodríguez Muriedas (UCM) «aunque Carole Guillard no fue la única viuda impresora, sí fue una excepción en la edición parisina, dominada por figuras masculinas en los talleres tipográficos. Pero su condición de mujer explica algunos rasgos particulares de su empresa, por ejemplo el fuerte vínculo duradero establecido entre las relaciones familiares y las colaboraciones comerciales. Además, compartió con todos sus colegas y rivales las mismas dificultades técnicas, las mismas prácticas del taller, las mismas reglas del comercio del libro y los mismos mercados del libro e, incluso, las mismas oportunidades editoriales que ofrecía la producción impresa».

Una buena noticia para el patrimonio bibliográfico de la institución egabrense, pues se calcula que sólo 400 bibliotecas en todo el mundo tienen libros impresos por Guillard.






Comentarios